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Las imágenes de artistas puertorriqueños importantes e históricos de Zilenziger, surgieron de una simple búsqueda de un libro conciso sobre el tema, para “ver sus caras,” dice. Luego Zilenziger descubrió que tal libro no existe. Consecuentemente ha buscado y fotografiado artistas puertorriqueños, yendo a sus casas y estudios o invitándoles al suyo. Cada artista de la serie es significativo; su trabajo se expone en museos, se vende en galerías, se discute en las clases de historia del arte de las universidades y está en las colecciones.
A concern over the inability to identify the faces of Puerto Rican artists is evident in the series itself. Each artist takes up the photograph in its entirety. The area surrounding the artist is out of focus, obscured, and made unimportant. In an effort to connect the viewer to the individual, nothing else distracts the introduction – an introduction Zilenziger makes immediate.
Se evidencia en la serie una preocupación por la incapacidad de identificar las caras de los artistas puertorriqueños. Cada artista abarca la foto en su totalidad. El área que rodea al artista está desenfocada, es oscura e irrelevante. En un esfuerzo por conectar el espectador al individuo, nada distrae de la introducción – una presentación que Zilenziger
hace inmediatamente.
Esta serie de artistas puertorriqueños es emblema de un asunto más importante al que se enfrentan el mundo del arte y el público: si el nombre, la obra y la cara del artista no están en concierto el uno con el otro, se margina al artista y
su trabajo. Al igual que con la mayor parte del arte y cultura latinoamericano, las fronteras del reconocimiento están fuertemente vigiladas.
Los fotógrafos, amorosamente utilizan tres, cuatro y hasta cinco luces o más. Y aunque su trabajo pueda ser increíblemente llamativo, hay un brillo que ronda lo grotesco por su reverencia a la publicidad. Zilenziger no es sutil respecto a su disgusto
por el exceso de iluminación. Ella utiliza luz natural o una sola luz Elinchrom (fabricación suiza), pero nunca las dos a la vez. Su única luz sirve de punto focal – sin ninguna barrera que ateste o congestione el acceso del espectador o sobrecargue la imagen con artificialidad. Zilenziger presenta a individuos que emergen de sus propias sombras naturales.
Para la serie de imágenes de niños autistas, el uso de la luz se convirtió en un punto de apoyo para la interacción en el estudio. Para esta serie, hecha en Providence, Rhode Island, Zilenziger trabajó en un centro de conducta que une el manejo de niños y la investigación del desarrollo. El proyecto requirió una propuesta, una retahíla de relevos, apoyo del
personal clínico y muchos viajes al lugar.
La noción de desconexión limita la ayuda que los profesionales y los padres pueden dar a los niños autistas. Sin embargo, cuando los niños entraron a la sala, la única luz se convirtió en un punto de atracción. Cada imagen en la serie representa momentos muy reales y muy directos de contacto visual. Hasta hoy, las investigaciones se esfuerzan por contextualizar el autismo dentro de la diversidad de conductas de funcionamiento humano. Zilenziger representó a los niños autistas con agudeza visual, libre de la abundancia de información procesada, que manipula los hechos y las sutilezas a su manera.